05 febrero 2012

REFLEXIONES DEL COMPAÑERO ALFONSO: AUTOCRÍTICA (Alfonso Torres)

Un servidor el dia de los DDHH.
Una vez más filosofo acerca de la Asociación bajo este título con el objetivo de que abandonemos todo miramiento de ombligos y observemos cuáles son nuestros puntos fuertes para mantenerlos y los débiles para corregirlos.
En los últimos meses, la Asociación ha progresado en múltiples aspectos. Estamos intentando ponernos al día del bastante trabajo atrasado del ilusionante pero caótico verano iniciático y organizativamente hemos salido reforzados de la crisis de otoño tras la II Asamblea de Parlamento.
El número de actividades que organizamos se ha incrementado y nuestro blog también he mejorado considerablemente.
Sin embargo, las lagunas que aún tenemos como organización amenazan con crear verdaderos océanos si no construimos diques que les pongan freno. Las siguientes líneas no son cómodas de leer, ni por su extensión ni por su contenido, pero no las redacto para incomodar a nadie, sino para revitalizar un proyecto que considero necesario y positivo para nosotros como personas y para la ciudad de La Línea en general y en el que deposité y sigo depositando todas mis esperanzas.
Tenemos un verdadero problema de comunicación con la Juventud linense. El número de socios se ha quedado estancado en 40 miembros, cuando en la Asamblea de septiembre nos marcamos el objetivo de llegar a 50. El impedimento económico no parece justificación suficiente dado el escaso coste de la cuota. Debemos entender por tanto que o bien los fines de la Asociación no interesan a los jóvenes o bien que estos desconocen nuestra existencia. El primer argumento podría ser válido con nuestra vertiente social (Derechos Humanos, cuidado de los animales, ayuda a los desfavorecidos) pero no con nuestra vertiente cultural. De hecho en los primeros momentos, el anuncio de una posible vuelta del Salón del Manga nos proporcionó una inflazón de socios considerable. El segundo argumento si parece más apropiado para explicar la abrumadora desconexión entre nuestra Asociación y el grueso de la Juventud. La ausencia de propaganda y la de por si habitual dejadez de los jóvenes no ayudan a la suma de apoyos tan necesaria para la Asociación.
Un problema que agrava al anterior es la falta de cohesión en la Asociación. Contamos con 40 socios, pero de ellos podemos decir sin temor a equivocarnos que nos implicamos unos diez o doce, no más. La excusa de escudarnos en el pasotismo juvenil no es suficiente, debemos crear los argumentos necesarios para que nuestros compañeros se convenzan de que la Asociación es útil y positiva, y a partir de ahí, extender esas ideas al resto de jóvenes linenses. Por si fuera poco, en los meses de otoño de 2011 comenzaron a marcharse varios socios, algunos de ellos por desavenencias personales. Es cierto que LSYMI tiene semejanzas con un grupo de amigos, pero este tipo de coincidencias debemos evitarlas actuando con mayor templanza, aunque sea realmente difícil, pues de lo contrario estamos abocados a la creación de una organización sectaria y quebradiza.
La falta de preocupación por las cuestiones administrativas es exasperante y amenaza nuestra transparencia y nuestra democracia pues no llevar los papeles al día, además del caos organizativo que supone, merma nuestra capacidad de dar explicaciones a los socios. Un ejemplo de ello es que hasta hace bien poco, la página de la Tesorería se encontraba vacía, un hecho preocupante que deja en ridículo nuestra máxima: “contra la ignorancia y la indiferencia”. Consecuencia añadida de esto es la demora que sufre la legalización de la Asociación, proceso que comenzó en agosto y continua irresoluto.
Nuestra Tesorería ha sido con todo el centro de mis preocupaciones en los últimos meses. A la falta de transparencia en su desarrollo hay que sumar la petrificación total que sufren nuestras cuentas. Tanto en los ingresos como en los gastos, los movimientos han sido muy escasos manteniéndonos entorno a los 500 euros presupuestados, cantidad que tampoco es real debido a los numerosos impagos de bastantes socios incluso de las cuotas del verano. Una deuda que no solo debería producir vergüenza a quienes la tienen contraída, sino también a nosotros que somos incapaces de convencer a nuestros propios compañeros de la necesidad de financiar la Asociación y que para colmo dificulta la tarea de llevar al día y de forma clara y sencilla nuestras cuentas.
A todo lo anterior tenemos que sumarle una preocupación que me ronda la cabeza desde hace varias semanas, una percepción reciente pero la más descorazonadora que me acecha, la ausencia de ilusión. La organización improvisada del Día de la Paz me ha demostrado que en ocasiones actuamos para “cubrir el expediente”, una realidad que no debería tener cabida en una Asociación como la nuestra. Considero que el trabajo en LSYMI empieza a percibirse como una obligación, una carga cuando debería ser una afición que nos hiciese crecer y enriquecernos como personas, que nos evadiese de la alienante rutina diaria. Si efectivamente se confirma que la participación en la Asociación produce hastío a algunos de nuestros compañeros, deberíamos repensarlo y reinventarlo todo por completo, de arriba a abajo toda la Asociación pues sería la manifestación más patente de que hemos planteado y desarrollo este proyecto desde una óptica equivocada.
No me extiendo más, no porque no existan otros problemas (existen millones si nos parasemos a analizar nuestra situación desde distintas ópticas) sino porque considero que estos son, especialmente el último, la raíz principal de nuestras malas hierbas. De nuestra sincera y profunda reflexión a partir de este documento inicial depende que el árbol que plantamos todos juntos el 28 de junio de 2011 siga creciendo y dando frutos.

Un fuerte abrazo de vuestro amigo y compañero Alfonso.

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