Finalmente, la paciencia ha explotado y los trabajadores del Ayuntamiento linense, sin importarles permisos ni castigos, revolucionaron la ciudad al paralizar el Ayuntamiento y cerrar los colegios de Primaria por las condiciones de insalubridad. Aún están por ver las consecuencias que todo esto puede traer, sin embargo, las causas parecen bastante evidentes. La total ausencia de diálogo y transparencia en el Ayuntamiento de La Línea sumada a las constantes presiones que desde la Concejalía de Recursos Humanos se han venido practicando a los trabajadores municipales han supuesto una mezcla explosiva para un problema crónico que desangra al Ayuntamiento: pagar un desorbitado coste de personal en medio de una deuda cada vez más elevada, inflada por los continuos préstamos e intereses.
De entrada, el asunto no puede recordarme más a la novela de García Márquez "Crónica de una muerte anunciada". Todos aquellos mínimamente informados acerca de la situación municipal sabíamos que esto ocurriría, sin embargo, nadie lo ha impedido, algunos por omisión (el Alcalde y su Equipo de Gobierno del GIL-PP) y otros por imposibilidad (la oposición, el Pueblo linense, los colectivos sociales, los sindicatos...).
Ahora, el Ayuntamiento esta sufriendo el sangrado más terrible y, moribundo es contemplado con siniestra inocencia fingida por el Alcalde, que se apresura a lavarse las manos ensangrentadas que lo delatan a la vez que lanza el cuchillo, y con él la culpa, a los pies de la oposición (especialmente el PSOE) y de los sindicatos (especialmente la UGT). No es que el PSOE, en sus responsabilidad provincial, regional y nacional no tengan culpa, que por supuesto tendrán también su parcela (por la crisis económica, la falta de medidas suficientes contra el paro, la prohibición de más endeudamiento en los Ayuntamiento sin dar más recursos) pero evidentemente es un grave error y supone una grave falta de madurez lavarse las manos como Pilatos y empezar a pedir cabezas y a lanzar acusaciones a diestro y siniestro: la Delegada de Educación, el Subdelegado del Gobierno, el Comisario de la Policia Nacional, el Inspector de Trabajo, el Ministro del Interior, todos ellos se han visto señalados y atacados por el Alcalde linense.
Las situaciones de tensión en el Santa Ana y en los restantes colegios entre limpiadoras desesperadas que veían como usurpaban sus puestos de trabajo y la empresa privada contratada por el Gobierno Municipal, el cierre de los colegios, el encierro en el Palacio de Congresos con la consecuente parálisis del Ayuntamiento bien podían haber provocado alguna desgracia. Y he aquí donde se ha mostrado la ineptitud del Alcalde y su equipo, cuyas declaraciones sólo lograban caldear aún más el ambiente en lugar de solucionar el problema de forma equilibrada, tranquila y consensuada.
Y es que sin lugar a dudas es una imprudencia política de grandes magnitudes calificar a los trabajadores y sindicalistas de "terroristas" o "kale borroka" y no dejar de mentar los despidos y expedientes disciplinarios en medio de semejante estado de crispación. Y como mayor imprudencia política no olvidemos las teorías conspiratorias, que no podían faltar. En esta ocasión a cargo del concejal Manuel Aguilera, que hablaba ante todos los medios de que el "Poder" de este país (el PSOE) quería quitar de en medio al Gobierno Local pues resultaba incómodo a Caruana, Primer Ministro de Gibraltar. ¿Es está una declaración responsable, coherente y sobre todo, que ofrezca calma a una población intranquila que ve como hasta los colegios se ven afectados por una crisis municipal sin precedentes? Con esta permanente actitud infantil de abandonar su culpa y lanzársela al PSOE, el PP linense sólo consigue perder aún más su credibilidad, si es que le queda de eso a un partido que en plena crisis económica tiene a 15 concejales liberados a 2000 y 2500 euros cada uno (y esos son los sueldos basándonos en los datos ofrecidos por el Alcalde Alejandro Sánchez).
El intento del Alcalde de erigirse en héroe del pueblo y mártir víctima de un supuesto "Golpe de Estado a la ciudad" ha sido un total fracaso. Ninguna manifestación espontánea y popular salió por las calles de La Línea para apoyarlo, ningún colectivo social mostró su rechazo a la protesta de los sindicatos. Todo lo contrario. La Asamblea de padres y madres convocada por la FLAMPA se solidarizo con la Asamblea Permanente de los trabajadores y el viernes 18 acudían al Salón Cádiz del Palacio de Congresos para ayudarles en sus reivindicaciones. Con todo esto se demuestra la absoluta soledad del Gobierno en momentos de grave crisis local y a las puertas de las elecciones y la carencia de empatía y liderazgo. De empatía por no saber ponerse en el pellejo de cientos de personas que están sufriendo una crisis muy grave en sus economías familiares, pues, ¿hay acaso algo peor para una familia media que el no cobrar? De liderazgo por no saber gobernar ni intentar aprender, autoatribuyéndose la razón y la autoridad moral para criticar y atacar a todas las partes implicadas.
Por otro lado, no puedo decir que la actitud de los trabajadores municipales sea la más políticamente correcta, pero es desde luego, sí la más humana. Tres meses sin cobrar puede suponer para muchas personas no poder pagar la hipoteca, la luz, el agua y en última instancia, incluso pasar hambre y llegar a este último punto desespera a cualquier cabeza de familia. Es muy frustrante e impotente el trabajar y no cobrar. No es ningún secreto el apoyo que Cáritas y otras organizaciones tienen que brindar a muchos trabajadores del Ayuntamiento o lo notable que es la ausencia de cobro entre los comerciantes locales, que ven impotentes como se restringe abundantemente el gasto.
En resumidas cuentas, los errores del Gobierno de Alejandro Sánchez no se evidencian tanto en su mala gestión de los recursos y en la ausencia de soluciones a los problemas de la ciudad, como en sus incendiarias declaraciones y en la ausencia total de cualquier humildad o reconocimiento de los errores cometidos.
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