27 agosto 2010

SER O NO SER (Atabey G.)

Solemos cuestionarnos nuestra existencia desde que empezamos a ser conscientes de nuestra muerte.

Ya cuando eres pequeño te agobias al imaginar el cómo será cuando cierres los ojos para siempre. Vas creciendo, madurando y la muerte continúa perturbándote, agobiándote, atosigándote. Pero aprendemos a vivir siendo consciente de ella y de que un día llegará.

Si no recuerdo mal, una vez leí que somos felices en la medida en la cual olvidamos nuestra muerte. Y es cierto, vivir nos gusta demasiado por el mero hecho de que no sabemos lo que sucederá después.

Entonces entramos en el terreno de lo espiritual. En creer si verdaderamente existe Dios o algún ser místico capaz de llevarnos con él cuando nuestro cuerpo deje de funcionar.

Durante toda mi vida he creído en Dios, creía en la vida eterna sin llegar a cuestionármela siquiera. Pero tal y como dije antes, maduramos y cuestionamos nuestra propia existencia.

Creer en Dios y en ciertos dogmas de la Iglesia Católica, (no todos), me ha ayudado a formarme como persona, a ser quién soy. Creer en Dios me ayuda a ser más sensata, intentar separar lo bueno y lo malo, tener unos principios y defenderlos cueste lo que cueste.

Hablar de la vida eterna, ya es otra cosa. Por ciertas casualidades o hechos, no creo en ella y reconocerlo me asustó. Me costó verme hundiéndome completamente en la oscuridad.

Y entonces fue cuando me pregunté: ¿por qué vivimos?, ¿por qué se nos ha concedido inteligencia, razón de ser?, ¿para qué existir?, ¿qué es la vida?

Con el tiempo, comencé a ver la vida de una forma diferente, aprendí a verla con los ojos de un adulto y no de un niño.

Contestar a estas preguntar requiere conocerse a uno mismo, saber lo que queremos y ser capaces de mirar la vida de una forma diferente. Para la mayoría de las preguntas, no tengo respuesta y no la tendré, y no me importa pues ahora pienso de una forma diferente.

La vida es un sueño que a veces se torna pesadilla, nos confunde y aturde envolviéndonos en un extraño caos que debemos aprender a amar.

La vida es un regalo, un pequeño intervalo de tiempo que debemos a prender a disfrutar de la mejor manera posible porque cuando nos demos cuenta, se esfumará como un corto parpadeo o un bostezo voraz.

Salimos de la oscuridad, (porque nadie conoce dónde estábamos antes de nacer, ni quién éramos), para vivir, para ser, para existir, luego volveremos a sumergirnos en la oscuridad y viviremos por siempre en el recuerdo de los que aún viven y con el tiempo caeremos en el olvido.


Es triste y duro. Comprenderlo me ha llevado un tiempo. Habrá personas que estén en completo desacuerdo conmigo, o no me entiendan. Esto es lo que pienso.

Aprenderé a vivir para saber que hice lo correcto, para estar satisfecha con mi vida y moldear este sueño de la mejor forma posible. Seré feliz intentando tener una vida plena rodeada de los míos.

Debemos ser felices e intentar alcanzar nuestras metas porque después solo nos quedará el recuerdo de nuestro sueño y la satisfacción de haberlo hecho bien.

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