30 septiembre 2010

NORMALIDAD EJEMPLAR EN LA HUELGA GENERAL (Alfonso Torres)


El 29-S, la quinta Huelga General de la democracia monárquica española, ha pasado por La Línea de la Concepción, una olla a presión con cada vez menos paciencia y aguante, sin pena ni gloria.





Un importante número de autónomos y pequeñas empresas (La Lechería de Diego, La Escocesa, etc) de la ciudad fronteriza secundaron la Huelga mientras que la mayoría de los grandes comercios (Lidl, Mercadona, Pryca, Ruiz Galán, Día), las cafeterías-bares (Okay, Yacara, El Imperial, etc.) y los bancos mandaron a sus empleados al trabajo. Sin embargo, la acción del piquete informativo compuesto por compañeros de UGT y CCOO entorpecieron en las horas matutinas la apertura al público de todos esos establecimientos.
Los piqueteros entraron en acción ya de madrugada, llegando incluso a acudir a la entrada de los trabajadores del Carrefour para informarles acerca de la Huelga e intentar convencerles de que la secundasen. Fue de mañana muy temprano cuando un servidor que les escribe se incorporó y continuó la acción sindical en la calle, especialmente en el centro, donde ya veíamos las dificultades de los empleados bancarios de abrir las sucursales.
Y aunque fuimos pocos los piqueteros (no superamos el medio centenar), se consiguió presionar lo suficiente como para lograr cerrar Carrefour, Mercadona y Lidl durante algunas horas, aunque fueran escasas.
El primer punto al que acudimos fue al Pryca, donde algunas unidades policiales ya nos esperaban y poco después de nuestra llegada llegaron refuerzos. Sin embargo, el cierre por más de 200 sindicalistas del Carrefour de Los Barrios y nuestra asistencia, molesta y ruidosa, fueron convencimiento suficiente para forzar al cierre momentáneo del centro comercial linense.
Tras esta pequeña gran victoria en favor de la Huelga, el cierre de Mercadona y Lidl fue casi inmediato, no se sabe si ante el temor de que pronto llegasemos los piqueteros o por mera inercia. En el Mercadona de Junquillos, numerosos vecinos estaban congregados entorno a sus puertas. La mayoría miraba con curiosidad y algunos aceptaron las octavillas que repartiamos. Tan solo dos personas mayores nos increparon, frente a cuatro vecinas y una trabajadores municipal que incluso les dio pena de no poder acompañarnos, algunos estudiantes que se alegraron de verme y un trabajador en Gibraltar que igualmente me felicitó por nuestra actividad.



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