Que dulce sueño se esconde entre las brisas marcadas por la confusión y la ignorancia, burdos recipientes marcados en serie que se comportan de acuerdo a programaciones creadas por los que aquellos un día tuvieron el poder…
Sometidos bajo el peso de un traje, atados y apresados por corbatas de seda y confinados en cubículos para nuestra propia explotación, por otros iguales que nosotros a los que un día, inconscientes nos dignamos a obedecer.
Y de repente sentimos el pitido en los oídos, un sonido que nos recuerda lo que un día fuimos. Días en los que nos sentíamos orgullosos de ser humanos, días en los que el fuego calentaba nuestro cuerpo y alma.
¿Cuándo perdimos nuestro orgullo? ¿Cuando nos dignamos a subordinarnos a nosotros mismos? Provocando censura, discriminación y vergüenza.
Reconozcamos nuestra naturaleza, sabemos que esto no es lo que queremos ni para aquello que hemos nacido, bendita sea la gracia y la alegría que crió nuestra estirpe. Que tuyos sean el honor, la fuerza, la lujuria y el amor y con eso recuperes el orgullo de volver a ser humano, de levantarte al alba y mirar al horizonte y sentirte realmente libre, que con desafiante rugido clames al mundo lo que es tuyo, amor y libertad.
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