11 marzo 2012

EL PERIODISMO, EN LA ENCRUCIJADA (varios autores)

A continuación, mis compañeros Laura Vivero, Laura Campos, Rocío Rocha, Rafael Pachón y yo os presentamos una reflexión lo más sesuda de lo que hemos sido capaces acerca del estado actual de los medios de comunicación, su futuro y su papel en la sociedad.
Os animamos a su lectura, no porque lo hayamos escrito nosotros, sino porque intentamos ver el asunto planteado desde un prisma lo más crítico posible, sin dogmas ni prejuicios que nos hagan posicionarnos a favor o en contra de ninguna postura o actor presente en el gran debate acerca del devenir de la prensa. Y si os interesa el tema, investigad, hay mucho escrito (como es propio en la profesión periodística, muy tendente a mirarse el ombligo, para bien o para mal) pues es un tema importantísimo para una sociedad democrática e imprescindible para todo aquel que como nosotros pretenda ejercer el noble arte de informar algún día. 
Sacad vuestras propias conclusiones, estas son las nuestras, nada más. 
Fdo: Alfonso Torres, Editor.
Introducción:

El estado del periodismo; imperio de la comunicación y reino de la información viene resquebrajándose al igual que los restantes estados-nación con el advenimiento de la Globalización, sacra para unos y demoníaca para otros, y de su fiel escudero Internet. Pero no todas las grietas son negativas, en algunas crece vida, pequeños hierbajos indiferentes para muchos en el colosal edificio del periodismo pero que parecen haber echado raíces y estar empezando a amenazar a los cimientos. En mitad de la encrucijada, las preguntas son muchas: ¿caerá el edificio dejando una yerma hondonada? ¿crecerá un bosque en su lugar? O ¿convivirán el hormigón y las hierbas en perfecta armonía?




Contexto histórico:
La crisis económica ha terminado de darle la puntilla al modelo social establecido, el llamado Estado del Bienestar, puesto en cuestión desde los 80 pero que había venido sobreviviendo con más o menos pericia y suerte en función del país.
Nacido en la posguerra, el Estado del Bienestar buscaba satisfacer las demandas sociales al alza tras el fin del conflicto mundial. A la par que él comenzaba la Guerra Fría, que se desarrollaría con movimiento penduleante entre la tensión y la distensión entre los bloques comunista y capitalista a lo largo de 40 años.
En los 60 nos encontramos con un EEUU absorbido por una guerra en Vietnam más larga y dura de lo esperado y una URSS fuerte solo de cara a la galería y cuya “alternativa” ya no era tan creible para la ciudadanía occidental, al punto de provocar la secesión del movimiento comunista entre los ortodoxos soviéticos y los eurocomunistas del PCE, el PCF y el PCI a raíz del golpe en Praga en 1968. Es en este contexto cuando los estudiantes actúan por su cuenta, al margen de los partidos de la izquierda radical y jaleados por el recién nacido movimiento hippie. Es el mayo del 68 francés y su expansión a todo el mundo occidental, con especial importancia en EEUU donde el movimiento adquiere unos tintes marcadamente ecologistas y pacifistas.
La crisis del petróleo pone en duda el modo productivo socialdemócrata y la creciente mundialización en las siguientes décadas restará al estado la soberanía necesaria para garantizar el mantenimiento óptimo del Estado del Bienestar.
La década del 2000 se abre con una bonanza y un boom tecnológico que hacen confiar en un futuro idílico, donde incluso se condonaba la deuda externa a África, bajo el manto del capitalismo capitaneado por el FMI y el BM. Pero la burbuja estalló y con ella el sueño en 2008. Las mentiras quedaron al descubierto. El resto de la historia les es perfecta y dramáticamente conocida.


Marco teórico:
Herbert Marcusse, perteneciente a la 1ª Generación de la Escuela de Frankfurt, nos da la clave para comprender el papel real (que no el supuesto) de la prensa en las democracias liberales. En El hombre unidimensional Marcusse expone que los sistemas de coacción social son en plena democracia más eficaces que en sistemas autoritarios como las monarquías absolutas o las dictaduras militares. A priori, esta afirmación puede ser tachada de lunática, pero su contenido no esta tan alejado de la realidad. A través del modelo de Estado del Bienestar, el sistema capitalista logra no tan solo sobrevivir sino incluso fortalecerse puesto que con las concesiones al pueblo (sanidad, educación, etc.) consigue desarticular los movimientos anti-sistema e incluso integrarlos como parte del sistema, creando un modelo político y social aparentemente plural y vendiéndolo como la panacea frente al sistema socialista vigente en la URSS y China. La alienación en estos casos es absoluta, pues los detractores del sistema se convierten en sus defensores en el mismo instante en que se pronuncian a favor de la falsa pluralidad, que es ficticia pues bajo ningún concepto determinados partidos o ideologías tienen posibilidades de acceder al poder (véase el ejemplo de Salvador Allende en Chile) aunque esa discriminación no serealiza de forma taxativa y explicita sino a través de mecanismos mucho más sibilinos fundamentados en la premisa: dar más a los que más posibilidades tienen. Asi se conceden subvenciones en función de la representatividad en los organismos oficiales, percibiendo más fondos los que más votados o se aprueban leyes electorales que dividen el escenario mediático para dar más visibilidad a los grandes partidos. Se crea así un círculo vicioso de desigualdad en el cual se perpetúan determinadas opciones y reflotar un proyecto político alternativo a los establecidos es poco más que una odisea. Es por esto por lo que Marcusse elogia los movimientos estudiantiles de los años 60, porque atacan a la estructura general del sistema y no a alguna de sus partes, como hacen los partidos comunistas y sindicatos de clase que se centran en los aspectos económicos, y actúan al margen del modelo establecido, perfectamente conscientes de que en los cauces de participación el margen de maniobra para operar cambios reales en el sistema son muy escasos.


Casos prácticos: 
Precisamente, uno de esos cauces de participación es la prensa. La ciudadanía se informa, opina, critica, se queja, en definitiva, se comunica a través de los medios de comunicación. Son conocidas por todos las secciones de Cartas al director o Parlamento de los oyentes, y la influencia de los ciudadanos en la prensa va más allá que mandar una carta o hacer un comentario en la radio, en la teoría, la agenda mediática la marca el grueso del pueblo pues un hecho es noticioso cuando es de interés general. Pero esta teoría se ve distorsionada por dos fenómenos. El primero, que la alienación antes mencionada provoca que la ciudadanía se despreocupe de los asuntos que le afectan y centre su atención en otros mucho más triviales, algo que justifica la existencia del deporte o el corazón en los medios de comunicación. Es entonces cuando debemos diferenciar entre asuntos del interés de la ciudadanía y temas de interés para la ciudadanía, siendo los últimos los verdaderamente transcendentales, y paradójicamente los menos y peor tratados por la concepción que se tiene del medio como una mera empresa que busca la rentabilidad económica. Y esto nos conduce al segundo fenómeno, la pertenencia de los medios. Nuevamente, en teoría, la prensa cumple una doble función social en democracia: vigilar a los poderes (de ahí que se le llame el cuarto poder) y cohesionar a la sociedad o alguno de sus sectores. Sin embargo, la inmensa mayoría del sector mediático es propiedad de los poderes a los que se supone debe controlar. El primer sector, los medios públicos, pertenece al Estado. El segundo sector, los medios privados, son controlados por empresas multinacionales con multiplicidad de intereses en otros campos económicos. Tan solo un ínfimo porcentaje queda libre de esta circunstancia, el llamado tercer sector, los medios comunitarios o ciudadanos.
Son precisamente estos medios los que realizan un verdadero periodismo, fiel cumplidor de la responsabilidad social que este tiene pues crea una comunidad en torno a ellos o la cohesiona (el ejemplo de las radios comunitarias en África es muy ilustrativo de ello) y a la vez actúa como garante de los derechos de dicha comunidad, vigilando y fiscalizando a los poderes, sometiéndolos a la crítica ciudadana. Esta última función se resumen en: dar voz a los sin voz.
Con el desarrollo de Internet, el tercer sector ve facilitada enormemente su labor y surgen una explosión de páginas web que ofrecen una información y visión alternativas. Ya no es necesario una gran inversión para levantar un medio de comunicación, un hecho que se vería reforzado con el nacimiento de la blogosfera, que implica: una persona, un medio. Es entonces cuando llegamos al momento actual, en el que el periodismo clásico afronta dos dilemas: cómo hacer rentable la producción periodística en la red y cómo afrontar el surgimiento y creciente protagonismo mediático de los bloggeros o periodistas ciudadanos que amenazan con desbancar a la prensa tradicional del trono del reino de la información, minando su capacidad monopolística de influencia.


El caso de Wikileaks sería un ejemplo de estos medios alternativos que desacreditan a los medios tradicionales. Con sus investigaciones, la organización dirigida por Julian Assange ha  puesto en entre dicho a los mass media por dos flancos: el primero, demostrando que no cumple con su función primigenia de vigilar a los poderes; el segundo, evidenciando los viciados modos de hacer periodismo que actualmente están vigentes cuyo principal error es la selección de fuentes, entre las que priman las agencias de noticias y las gubernamentales, frente al periodismo de investigación que es necesario siempre que se desee realmente conectar datos y alcanzar una perspectiva más global. A pesar de la encomiable labor, Wikileaks afronta la gran contradicción interna de exigir transparencia y democracia pero no ejercerla en su entramado interno y a las teorías como la de Daniel Estulin que la acusan de ser una tapadera de la CIA para justificar la censura de la red por motivos de seguridad.
Por contra, el artículo El momento crucial analiza solo el dilema económico del periodismo y no el moral, centra su prisma es las dificultades para hacer del medio una empresa rentable y no en el hecho de que el periodismo ya no lo hacen los periodistas ni los periódicos convencionales, sino los ciudadanos y un sector crítico de los profesionales de la comunicación. Esto es fácilmente perceptible desde el punto y hora en que se habla constantemente de nuevas tecnologías, de cierres y despidos aunque si hay un apunte bastante certero: “Nunca ha habido una mejor época para hacer periodismo escrito, y nunca ha habido una peor para ganarse la vida ejerciéndolo”. Esta es la constatación de que el auténtico periodismo se encuentra en los márgenes del entramado mediático. Si bien es cierto, que tampoco el periodismo ciudadano es la panacea los problemas de la profesión pues ahonda en el intrusismo y en la desprofesionalización del oficio, si bien es cierto que mejora sustancialmente en lo que a  multiperspectivismo ofertado al lector se refiere.


Conclusión:
En el texto presentado hemos intentado lanzar luz sobre hasta que punto las grietas del edificio del periodismo son profundas y cuán grandes las raices que entre ellas crecen. Creemos que podemos afirmar que los problemas son graves pero que a la vez el crecimiento de un periodismo alternativo está muy avazado. Sin embargo, poco más se puede confirmar pues vivimos en un momento de inflexión, de debate y de incertidumbre. El estado del periodismo intenta interiorizar a los rebeldes que nacen dentro de sus fronteras y minan su territorio, pero esa simbiosis entre unos y otros está lejos de ser alcanzada. El tiempo dirá quién de los dos bandos pervive en las sociedades democráticas o si una alianza es firmada.

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