02 marzo 2012

CLAVES PARA COMPRENDER EL ESTADO DE SOMALIA (Alfonso Torres)

Olvido letal en el Cuerno de África”, con este titular inicia la noticia José Miguel Calatayud desde Nairobi, capital de Kenia. A primera vista podemos considerar que nos encontramos ante una noticia más, de tantas otras que sabemos que existen pero ignoramos, acerca de la pobreza en África. Pero si desmenuzamos minuciosamente todos los detalles presentes en ella, el relato de este corresponsal de El País, encontraremos una complejidad considerable y un conocimiento clarificador para comprender la situación en la que se ve inmersa Somalía en particular y toda África en general. 
Para entender cómo llega este país a la crisis actual, es necesario sumergirse en su historia reciente.

Durante los años del colonialismo europeo, el territorio de Somalía estuvo dividido entre Italia, Francia y Gran Bretaña que ejercían sobre él una dominación plena, sin autoridades locales como sí existían en los protectorados. Esto ejemplifica claramente que el concepto de Estado no existía antes de la dominación europea, al igual que ocurría en la mayoría del continente africano.
Somalía adquiere la independencia sin excesivos conflictos con las autoridades coloniales en la década de los 60, con la unificación de la Somalilandia británica y la italiana. En 1969 el país vive sumido en una dictadura militar hasta 1991, en la que la pésima situación económica, el enfrentamiento con la prosoviética. Etiopía y los conflictos internos entre distintos clanes hacen implosionar al país, dividido en múltiples regiones como Putlandia o Somalilandia desde entonces en la que el gobierno de Mogadiscio es incapaz de imponer su autoridad.


Galimatias territorial de Somalia. Fuente: FronterasBlog
Estos conflictos son explicados con bastante precisión por Mary Kaldor, diferenciándolos de las antiguas guerras. Tal y como expone la británica, estas luchas no enfrentan a dos entes estatales a través de ejércitos regulares, sino que los implicados en la pugna son grupos subestatales que combaten por medio de guerrillas, con un daño sobre la población civil y la integridad del estado muy superior al de las antiguas batallas. La perpetuidad de estos combates en Somalía han creado un estado feudal en el que cada región esta bajo control de un señor de la guerra. La justificación económica la aporta Michael Renner, que compara los lugares en guerra con la presencia de recursos con enormes coincidencias geográficas. Según este autor, los gobiernos no necesitan del pueblo para financiarse, sino del control de los recursos naturales, algo que fomenta la creación de gobiernos dictatoriales pero inestables pues toda organización contraria al poder establecido pugna por el control de los recursos al ser consciente de que su monopolio es la garantía de acceso al poder y a la riqueza. Por todo lo expuesto anteriormente, los medios de comunicación y los especialistas insisten en denominar a Somalía el perfecto ejemplo de Estado fallido. Para poder explicar este fenómeno, es fundamental definir conceptos como los elementos constitutivos del Estado o la estatalidad jurídica y la empírica. Weber sostenía que un estado esta compuesto de una organización política que ejerce su dominio o soberanía sobre un territorio y una población. Por su parte, Jackson y Rosberg insisten en el concepto de soberanía, diferenciando dos clases distintas de ella: la estatalidad empírica implica una soberanía positiva, real, llevada a efecto en el interior del país sobre esa población y ese territorio mientras que la estatalidad jurídica supone una soberanía negativa, es decir, el reconocimiento externo a ese estado de su capacidad para gobernar, independientemente de que esa capacidad sea efectiva o no. Así pues nos encontramos con paradojas como Somalía, cuyo gobierno posee estatalidad jurídica pero no empírica, careciendo por tanto de uno de los elementos constitutivos del estado: una organización política soberana sobre los otros dos elementos. Es así como se crea un Estado fallido, ante la separación drástica y radical entre ambas estatalidades. Por si fuera poco, la situación se hace más rocambolesca si analizamos el caso de Somalilandia, la provincia rebelde de la República Somalí, que tiene un grado de soberanía positiva bastante superior que el país que pretende abandonar sin embargo, en principio, carece totalmente de estatalidad jurídica si atendemos al hecho de que la
inmensa mayoría de países que cuentan con la soberanía negativa son reconocidos internacionalmente
por una multitud de estados además de la ONU. Aunque, si atendemos a la palabras de Bodino: “una república que no tiene poder soberano para unir a sus distintos miembros, familias, colegios y corporaciones, no es una verdadera república.”, Somalilandia es un estado y Somalía no, si bien es cierto que estas palabras hay que contextualizarlas en la época del autor, el S. XVI. Parecido debate surge ante los casos de Taiwan, Kosovo o Palestina, ninguno de ellos sentados en la Asamblea General de la ONU.
En el relato de la noticia aparecen con un papal protagonista dos ONG´s, Intermon Oxfam y Save de Children. Es más, la noticia ha sido publicado gracias a la información de ambas organizaciones denunciando la situación y la tardía reacción, tal y como expresa el subtitulo. Esto nos conduce a la visibilidad de dos hechos abundantemente comprobados en otras ocasiones: el efecto CNN y el papel de los organizaciones transnacionales concedido por la doctrina liberal. Parece bastante evidente que con los informes que presentan ambas organizaciones buscan activar el efecto CNN para presionar a los gobiernos occidentales a participar de forma más decisiva y rápida en la ayuda humanitaria a Somalía, todo ello a través de la concienciación de la opinión pública, con el objetivo de posicionarla a
favor de la concesión de ayudas y convencerla de que su movilización presionaría a sus gobiernos para que actúe. Sin embargo, bajo este loable objetivo también se esconde la necesidad de las organizaciones humanitarias de legitimarse socialmente, mostrar su labor y mejorar así su financiación. Curiosamente, una de las pautas comunicativas es denunciada en la misma noticia.
Ambas organizaciones insisten que de haber actuado antes, se podrían haber salvado miles de vidas en el Cuerno de África. Pero resulta que los medios de comunicación solo atienden a las crisis cuando se hayan en su punto álgido, desfavoreciendo el análisis y la visibilidad del antes y el después, es decir, cómo se ha llegado a ese desastre y cómo se ha paliado tras el ojo del huracán. Esto provoca que de la sensibilización pasemos a la fatiga de la cooperación pues los donantes de los países emisores de ayuda no son informados de la labor que están ayudando a financiar.
Precisamente, esta influencia tanto de medios como de ONG´s sobre la agenda mundial confirma la teoría liberal en su concepción de los actores internacionales. Los autores liberales argumentan que no solo los estados tienen un papel fundamental en el desarrollo de las relaciones internacionales, algo taxativamente afirmado por los realistas. Esto queda perfectamente ejemplificado con Intermon Oxfam o Save the Children, organizaciones transnacionales que unen a individuos entorno a fines comunes como la erradicación de la pobreza o la defensa de los derechos de los niños. Además, dado el estado de quiebra social y política de Somalía, es perfectamente asumible afirmar que grandes ONG´s o empresas multinacionales tienen más poder y fuerza en la agenda global que el propio gobierno somalí.

Fuente: McSuhuibhne
 La situación que es denunciada en la noticia justificaría sobradamente una intervención humanitaria por parte de la ONU o los países occidentales. Aunque esto supondría una clara injerencia externa en los asuntos internos de un estado, el actual derecho internacional da pie a ello si esta constatada una flagrante violación de los derechos humanos o peligra la paz y seguridad de la zona. El hecho de que 50.000 personas fallezcan por hambruna y su gobierno sea incapaz de atajar o al menos paliar la situación, eludiendo su responsabilidad, parece ya un claro caso de incumplimiento de la Declaración Universal de los DDHH. Además, los consecuentes éxodos masivos que trae consigo la sequía amenazan con desestabilizar a toda la región y provocar conflictos entre etnias o países por la lucha por los escasos recursos. De hecho, Kenia ya ha movilizado a su ejército para gestionar la crisis humanitaria que llama a sus fronteras. Existen precedentes de intervenciones humanitarias, Somalía incluso vivió una en 1993, si bien es cierto que fue rechazada violentamente por el Congreso Unido Somalí, forzando a la salida de EEUU tras uno de los ejemplos más famosos de efecto CNN, tras el cual el gobierno de Clinton tuvo que dar marcha atrás ante la presión abrumadora de la opinión pública.
La hipotética intervención también se vería reforzada por el hecho de que la ayuda humanitaria no siendo distribuida ante el caos gubernamental y los constantes conflictos, haciendo inviable que la FAO (Organización para la Alimentación y la Agricultura) cumpla su objetivo final: “Alcanzar la seguridad alimentaria para todos, y asegurar que las personas tengan acceso regular a alimentos de buena calidad que les permitan llevar una vida activa y saludable.” La FAO es una agencia internacional integrada en el Sistema de las Naciones Unidas, del cual forman parte un conglomerado de organizaciones especializadas que ayudan a la ONU a desarrollar determinados aspectos de su Carta fundacional y de la Declaración de los Derechos Humanos.
Tras todo lo dicho, es inevitable pensar que la situación de Somalía es irresoluble, algo natural que debemos asumir pero aceptar esta idea supondría condenar a miles de personas a la pobreza extrema y en última instancia a la muerte, como se puede leer en la noticia “Olvido letal en el Cuerno de África”

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