02 agosto 2011

RELIGIÓN: ¿VERDAD O MENTIRA? (Snow Stash)

Religión. Palabra que según quien la pronuncie puede significar 'creencia devota hacia un ser divino' o 'comecocos subvencionado por el estado'. Pero vayamos paso a paso.


Primero, preguntémonos: ¿Se podría vivir sin religión? Como en todo, hay distintos puntos de vista. Para algunos, mayoría hasta aproximadamente los años 60, la religión es necesaria para poder alcanzar el estado de felicidad absoluta, lo que ellos llaman 'Dios'. Para otros, simplemente es una forma de inyectar esperanzas en la gente para que mueran felices y sin miedo; y para otros, en número creciente hoy en día, es lo que se ha dicho al principio: una manera de corromper la mente de la gente para usarlos como títeres para los oscuros intereses propios de la Iglesia. Pero eso no responde a nuestra pregunta. Lo que pretendo decir con esto es que, incluso aunque yo me muestre escéptico ante la posibilidad de volver a pisar una, sí tengo que reconocer que la Iglesia mantiene a la gente -no a toda, pero a mucha gente- en una relativa paz, pues fue en la Biblia donde se recogieron de forma persecutoria los conceptos del bien y del mal (al menos en lo que concierne a la religión cristiana).


Sin embargo, como en todo, y en esta parte sí estoy de acuerdo, la Iglesia tiene una parte oscura. Mucha gente sabe lo de los archivos ocultos que el Vaticano prohíbe que salgan a la luz, por la simple razón de que les perjudicaría. Yo, como buen agnóstico que soy, se que, más que vacío, debe haber algo más allá de la muerte, pues si cuando dormimos soñamos aunque nuestras funciones corporales se mantengan en funcionamient, al morir no puede haber un simple 'Se acabó'. Pero retomando el tema, lo que vengo a decir es que de espaldas al público la Iglesia nos oculta una gran cantidad de información.


Me gustaría relatar unas cuantas experiencias personales que me ayudaron a darme cuenta de este hecho. Allá por el año 2009, los que ahora me conocen ni se hubieran imaginado quién era yo en realidad ni como era realmente. Mi madre fue criada en un pequeño pueblo de la Sierra de Cádiz, Villamartín. Aún a riesgo de que se pueda ofender alguien, lo diré. La educación religiosa es mucho más fácil de inculcar en un pueblo rural que en una ciudad como es La Línea, donde se crió mi padre. El caso es que, bajo la influencia de mi madre, habiendo hecho la comunión, estando bautizado y siendo patriota más de derechas que de izquierdas, yo tenía unos principios y unas creencias fijas: Odiaba a los ingleses por quitarnos Gibraltar, quería casarme con una española, respetaba los 7 Mandamientos y me disculpaba por cada Pecado Capital. Y para rematar, aunque esto se tome a broma, porque realmente lo merece, no quería practicar el sexo hasta los 18 o 19 MÍNIMO. Tiempo después de eso, conocí a una persona que cambió mi vida por completo. ¿Por qué? Porque representaba uno de los conceptos que más respetaba: era inglesa. Como mis padres no querían que tuviera novia, mentía y decía que salía con mis amigos. Por aquellos tiempos, todavía respetaba a la Iglesia, pero cuando lo dejamos, lo primero que pensé fue que Dios me había dado la espalda, por lo que cambié de bando y cambié de forma radical. Para mostrar mi disconformidad me dejé el pelo largo, para mostrar mi tristeza me deje llevar por más de una cuchilla. Hasta que por fin, a finales del curso 2009-2010, un viejo amigo mío me convenció para abandonar el color negro característico mío. Y ahí, a partir de ese momento, comprendí que ni Dios me había dado la espalda, ni Satán me había ayudado: simplemente, eran cosas que pasaban, y que para cambiarlas había que luchar por ellas. Así, por fin me enteré de que Dios y su homónimo maligno solo eran representaciones ficticias del bien y del mal.


Terminé deduciendo que en su escala inferior de pueblo/ciudad pequeña, los siervos de la Iglesia realmente lo son por querer ayudar a los demás, mientras que en los más altos escalafones nos intentan manipular de todas las formas posibles, sin importarles el 'populacho'. Por eso, clamo y pido a todos que antes de creer en algo no demostrado científicamente, piensen en las consecuencias de su decisión y estudien la verosimilitud de lo que nos intentan vender. Aunque por desgracia, como se suele decir 'nadie aprende por cabeza ajena'.

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